February 20, 2014 | Posted in: Uncategorized
Febrero ha sido un mes de conflictos de todo tipo. Como nunca antes, han explotado reclamos, protestas y manifestaciones por toda Venezuela: No como en otras oportunidades en los que los focos aparecen de manera atomizada. Es decir, reclaman los médicos solos o los abogados solos o las enfermeras solos. Esta vez, aunque la voz cantante la llevan los estudiantes, es gran parte de la sociedad la que está en las calles. Y de diferentes maneras.
La mayoría sale a protestar de forma pacífica. Más bien ordenadita. Hasta misas han programado en las jornadas que pueden comenzar en una iglesia y terminar con una marcha. Nada de raro. Otras un poco más atrevidas apuntan a cerrar calles o autopistas generando la gran tranca de tránsito como efecto directo y, claro está, la intervención de las autoridades para disolver la protesta. Hasta aquí nada extraño. Pues cuando el choque es entre gente que protesta, casi siempre estudiantes, y la autoridad legalmente constituida y formal, léase policías o guardias nacionales, la cosa no pasara de unas piedras por un lado, unos magullones y tal vez alguno que otro planazo. Mucho gas lacrimógeno y probablemente algunos detenidos. Tampoco nada raro hasta aquí.
La cosa se complica cuando aparecen los malandros, los facinerosos, los llamados colectivos de la muerte. Es el chavismo criminal organizado en bandas de motorizados y que responden a directrices emanadas directamente del poder, del gobierno. Estos grupos, con antecedentes mundialmente ligados a las más feroces dictaduras en la historia, nacen en Venezuela bajo el amparo del gobierno del fallecido Chávez. Se llamaban Círculos Bolivarianos y respondían, algunos a verdaderas obras sociales o culturales; pero la mayoría eran bandas de choque, brigadas de ataque. Y en eso se convirtieron cambiando sus nombres por colectivos. Y ahora viene la gran distinción y la manera en que actúan. Cuando estos grupos de irregulares intervienen en las protestas, la jornada terminará con heridos y muertos. Todo producto de las balas. Estos malandros llegan disparando a la cabeza y al tórax. No hay falla en esto. Es fácil reconocer una manifestación “normal” de una en las que el chavismo ha ordenado la intervención de sus matones oficiales: hay violencia dura, balas, ráfagas, heridos y muerte.
¿Cómo es esto posible? Sencillo. La policía formal, la Guardia Nacional, los deja actuar, los deja disparar, les abre el paso, les prepara la escena. Son los aliados criminales del gobierno. Son la peor cara del chavismo.
Nuestro próximo tema: torturas, jóvenes desaparecidos y la mano siniestra cubana.
elidesr@gmail.com / Twitter: @ejrl
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