May 2, 2017 | Posted in: DERECHOS HUMANOS, POLITICA
Un mes de protestas tienen a Maduro y a la cúpula del chavismo pegada a la pared. A la defensiva todo el tiempo, luego de la violación a la Constitución que se lanzó el TSJ en jugada combinada con el Ejecutivo para terminar de desarmar la separación de poderes. Todo lo demás se resume en paralización del país, que a decir verdad ya estaba así; represión como nunca antes se había visto, ataques de paramilitares a personas desarmadas, grandes manifestaciones de calle, pronunciamientos internacionales, muertes, heridos y muchos presos. La inmensa mayoría jóvenes, estudiantes.
Jornadas diarias de protesta que se reparten el liderazgo entre la propia gente, los partidos políticos, los diputados, gremios, urbanizaciones. Marchas, trancones, declaraciones, llamadas de atención internacional, presión de otros gobiernos, comunidades del mundo fijando posición, crisis económica, inflación, desabastecimiento, desempleo, hambre en las calles, gente comiendo basura. Acusaciones de delitos extremadamente graves, dentro y fuera del país, para muchos de los altos funcionarios del gobierno chavista. Un gobierno fallido como elemento principal de la protesta. Ni un aumento de salario, ya comido por la inflación, baja la presión. Ni las promesas, casi todas incumplidas sirven para un descanso. Y mucho menos la habladera de tonterías en cadena todos los días y a toda hora. Presión. Más presión. Había que esperar una reacción de un gobierno que no cree en diálogo verdadero y mucho menos en negociaciones que impliquen la pérdida de algo, la cesión de parte de la torta. Lo del chavismo es ganar, ganar. Ganar como sea. No hay espacio para la derrota ni para la conciliación. Y bajo esa visión tan extrema, tan blanco y negro, llegamos al Primero de Mayo, un día después de un aumento de salario que ya está perdido y nadie lo menciona, cuando Maduro se lanzó el último recurso que le quedaba para evadir una medición popular: proponer una Asamblea Nacional Constituyente.
Sin entrar en consideraciones jurídicas, veamos qué pasó con la de Chávez. El comandante fallecido convocó y la Corte Suprema de Justicia le otorgó facultades de poder originario para que pudiera hacerlo. Luego, referendo para que el pueblo decidiera si quería reformar la Constitución. Después elecciones universales y secretas para elegir a los asambleístas. Terminada la nueva Constitución, otras elecciones para aprobar la Carta Magna. Y, finalmente, otras elecciones, para relegitimar poderes, cuando Chávez vuelve a ganar. Este escenario está adherido a muchas elecciones y mediciones populares. Obviamente allí el chavismo no podrá ganar. Al menos hasta ahora. Muchas elecciones juntas, cuando se trata justamente de evitarlas. Y ese es el meollo del asunto.
Allí está lo desconcertante. Huir hacia adelante, pero hacia un barranco. Si se atreven a ir a mediciones electorales, pues el chance de ganar es mínimo. Y, si por el contrario, se las salta o las acomoda según sus intereses, termina de declarar la dictadura completando la paliza a la Constitución. Esta última opción, no parece tampoco tener mucho chance de éxito a largo plazo en estos tiempos.
Simplificando, entonces. El chavismo cierra las salidas electorales. El chavismo piensa, tal vez, que la oposición le tomará la oferta e irá a competir en un supuesto transparente y decente proceso constituyente. El chavismo, entre otras cosas, piensa que con esta estrategia le mete una dosis de paz las calles y todo el mundo se mete en el tema de la refundación de la República.
Se equivoca. Claramente, se equivoca.
Twitter: @ejrl
Leave a Reply
*
Be the first to comment.