Ya se sabe que el gobierno conseguirá todas las firmas que quiera declarar. En eso no tiene problemas. De hecho el CNE las certificará sin ningún susto para nadie. En los próximos días el país también podrá comprobar para qué sirvió tanto esfuerzo revolucionario en obtener el compromiso histórico de doblarle el brazo a Obama, quien, por cierto, fue el candidato preferido por Hugo Chávez en su momento. No salió bien la cosa. Ganó el demócrata de color y perdió el caucásico republicano. Hasta el, perfecto comandante estaba equivocado. Pudo más el espíritu del enemigo imperialista que la esperada solidaridad de un presidente al que asumieron amigo a pesar de todo: Tipo Fidel Castro. Pero, como decíamos, Obama les salió contestón y con el decreto marcó la distancia que a estas alturas le ha servido al gobierno venezolano para dejar a un lado la lucha por la harina o el jabón y meterse de lleno en una batalla verbal infinita. Y menos mal que es de pura papila salvaje, pues si se llega al plomo esta guerra no duraría más que un par de apagones, sin comida, sin plata y sin hospitales. La locura, pues.

Por eso en estos días se escucha en la calle que más que firmar contra Obama si el gobierno se planteara otra visión seguramente llegaría a los 30 millones de firmas. La gran lucha revolucionaria contra la delincuencia y el crimen, la batalla contra la inflación, la campaña admirable contra el desabastecimiento, la misión rescate de la industria nacional. La recuperación del salario de los trabajadores, la creación de empleos de calidad, la reactivación de la producción de vehículos, el crecimiento del sistema de energía eléctrica, la normalización del sector aeronáutico nacional e internacional, la recuperación de la red hospitalaria y de salud del país. La  vuelta al crecimiento económico. La gran batalla por devolverle la esperanza de vida y profesional a millones de jóvenes. La atención seria y a largo plazo de la producción agrícola y pecuaria. El retorno de grandes inversiones extranjeras. La recuperación de la industria petrolera y las empresas básicas. Recuperar el valor del trabajo como herramienta de crecimiento general e individual. Hacer de la educación un factor de desarrollo.

Hay mucho trabajo para estar con esa firmadera.

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