¿Biden o Trump? Da lo mismo
October 15, 2020 | Posted in ECONOMIA, POLITICA, POLITICA EXTERIOR, Uncategorized | By
Los venezolanos tienen varias formas de ver las elecciones en Estados Unidos y su eventual resultado, que no puede ser otro que o gana Biden o repite Trump. La óptica del criollo depende del lado en que está ubicado en el escenario de la revolución chavista. Una condicionante de opinión que genera variables. Veamos.
Chavista del tipo camionetota Toyota. Prefiere a Biden. Espera que el nuevo presidente sea efectivamente un tipo comprometido con la izquierda mundial y el Foro de Sao Paulo, con ganas de hacer amistad con el régimen cubano y jugar metras con Maduro. Tiene, además, la esperanza de que una vez que Trump regrese a sus negocios, Clinton y Obama se impongan y hagan de la vida de los altos funcionarios rojos una múcura menos pesada. Esto quiere decir que se acaban las sanciones y los peligros de sanciones para mucho amante de los aviones y las 4X4, pero que por diversas razones está en lista de búsqueda con recompensa y todo, o está sancionado y sencillamente le da miedo andar por ahí no vaya a ser. Este tipo de chavista odia a Trump. No se sabe si con los meses odiará también a Biden. Pero, por lo pronto, lo quiere, lo ama.
Chavista de caja Clap y morralito tricolor en la espalda. A este tipo de camarada no le importa nada. Ya no cree en nada. Lo único que lo mantiene por esos lados es el trabajito en la administración pública, la misión, los alimentos casi gratis y los bonos que de vez en cuando le hacen la existencia verdaderamente socialista. Eso sí, en este amplio sector de la sociedad venezolana, está la mayor cantidad de pobres bien multiplicada en estos 21 años, pero incapacitada para hablar, enterarse de lo que realmente ocurre y dependiente del histórico tírame algo. Si le piden que grite contra Trump lo hará. Si hay un cambio y le piden que apoye a Estados Unidos y a Trump, lo hará igualmente. Este es el hombre nuevo. Pobre, buscavidas y sin personalidad.
Antichavista uña en el rabo. Este fragmento solo piensa en una victoria de Trump como única opción de sacar a Maduro. Piensa en más sanciones, presos, juicios internacionales, invasiones militares, golpes de Estado. Lo que sea. Es un seguidor ciego de Trump.
De oposición a secas. No es chavista, aunque pudo haberlo sido antes cundo mucha gente se enamoró del golpista mayo, el líder intergaláctico. Prefiere a Trump por todo lo que ya ha hecho en contra del chavismo, pero tampoco se desvela. Es el que dice: No me importa que Maduro y su grupo sigan en la silla. Lo único importante es que cambie las políticas comunistas y que jueguen decentemente para que todos podamos progresar y listo. Hay mucha gente en esta escala. Pero eso no ocurrirá. El chavismo es lo que es y no puede ser otra cosa.
De oposición, pero “se acomoda”. Con tal y haya plata y sobrevivencia irá con el régimen, con la oposición o con Rusia sin ningún problema. De estos también hay muchos. Están de moda en la Asamblea Nacional, en la política, en las empresas. En todas partes. Y al final, tomando en cuenta lo que es Venezuela ahora mismo y lo que ha sido su historia, es muy probable que estos acomodados Mujiquitas sean los triunfadores a la larga. Si es Biden, bien. Si es Trump, también. Son los oportunistas históricos.
Nos anotamos entre quienes creen que no pasará absolutamente nada, salvo algunos cambios en el grado de presión hacia Maduro y Cuba, gane Biden o gane Trump. La razón es muy virus chino o Covid-19. Ninguno de los dos puede ocuparse de otra cosa que no sea Estados Unidos. Declarará, chillará, callará, insultará, sancionará, presionará. Hasta ahí. El virus chino está dejando a un Estados Unidos disminuido, muy empobrecido, con crisis internas y una economía muy golpeada. Ahí estará el esfuerzo fundamental de Biden o Trump. No Maduro. Maduro que vea cómo se las arregla con una caída del PIB continuada y que está proyectada en un 25% más para este año. Los rusos podrán ayudarlo, pero chupando todo lo que puedan. Igual chinos y otras naciones de la cuerdita anti gringa. Y China tiene la gran ventaja de ser el gran ganador de su propio virus y, definitivamente, el país que asaltará el trono mundial. Eso sí, en dictadura.
Algunos análisis sobre Estados Unidos nos plantean lo siguiente:
Jerome Powell, asegura que 34 % de los economistas de Estados Unidos temen que habrá una recesión económica para 2021, según una encuesta publicada por la Asociación Nacional de Economía de la Empresa (NABE, en sus siglas en inglés).
Esto supone un incremento respecto al mes de febrero, cuando la organización ya hizo la misma pregunta y un 25 % vaticinó que una fuerte desaceleración llevaría en 2021 a la economía del país a una recesión. Sin embargo, un 38 % cree que la regresión económica comenzará en 2020, comparado con el 42 % que intuyó eso hace seis meses.
Por su parte, Moisés Naím, afirma que “el arribo al poder de Donald Trump es sólo una manifestación de las fuerzas que tienen a la sociedad estadounidense dividida, crispada y confundida. La venta de armas, el abuso de los opiáceos, el precio de los medicamentos y el cambio climático son otros grandes problemas de EEUU.
Empecemos con el coronavirus, que les ha atacado con virulencia especial, como se desprende de su elevado número de muertos e infectados, de las tasas más altas del planeta, y lo dejo en la duda porque no me fío mucho de las cifras, pues aunque estoy seguro de la transparencia de las norteamericanas, no pondría la mano en el fuego por las que proporcionan los brasileños o los rusos, que pueden tener problemas mayores pero lo ocultan. O que no lo quieren saber.”
Argemero Barro, dice que al margen de las cifras (el porcentaje per cápita español es por ahora aún peor), lo grave es lo mal que Washington ha gestionado la pandemia, que no está al nivel de lo que cabría esperar de su ‘ranking’ como primera potencia mundial. Primero porque tardaron en verla llegar y luego porque minimizaron su importancia. Es un comportamiento que no es nuevo, pues ya Camus cuenta en ‘La peste’ que al principio decían que se trataba de “una fiebre ligera”, igual que Trump ha llamado al virus actual “una pequeña gripe que pasará, como un milagro”, cometiendo el error muy grave en política de confundir deseos con realidades. Luego no ha seguido las indicaciones de los científicos, cuyas caras eran un auténtico poema de sufrimiento durante las ruedas de prensa presidenciales, y en su lugar ha hecho recomendaciones tan estrambóticas como combatirlo inyectándose lejía, ha animado a regresar a la vida normal prematuramente, en plena ola de contagios, y no ha ofrecido ningún tipo de liderazgo, dejando a los gobernadores estatales la tarea de combatir la pandemia cada uno como mejor le pareciera.
El segundo problema es el de la segregación racial, que se ha puesto en evidencia una vez más cuando la barbarie policial ha desembocado en el asesinato, filmado en directo, de George Floyd en Minneapolis. Todos los países han hecho barbaridades a lo largo de su historia y los EEUU no son la excepción, pues tienen dos pecados originales, que son también capitales, cuyas consecuencias siguen hoy pagando
The Wall Street Journal, asegura que “el verdadero problema es Trump. “El actual inquilino de la Casa Blanca, que desde que llegó al cargo ha actuado más como pirómano que como presidente de todos los norteamericanos. Ha insultado a las minorías, a las mujeres, a los periodistas y a sus propios servicios de Inteligencia. Ha interferido con la Justicia y miente compulsivamente. Dice una cosa y la contraria y cambia de colaboradores como de camisa. No se ha tomado en serio el Covid-19, ha amenazado con sacar el Ejército a las calles cuando el asesinato de Floyd, e inflamó la indignación popular diciendo cosas como ‘when the looting starts, the shooting starts’ (cuando empiezan los saqueos, empiezan los tiros), que es una frase poco afortunada porque la pronunció un jefe de policía durante las luchas por los derechos civiles de los años sesenta, en vez de calmar los ánimos, como se supone que debe hacer un presidente. Su eslogan preferido, ‘America First’, es egoísta y muy poco solidario, especialmente en estos momentos, y está llevando a ‘America Alone’ porque le incita a abandonar las organizaciones y tratados internacionales, al tiempo que se distancia de sus aliados tradicionales y tensa la mala relación existente con China y con Rusia, con las dos a la vez, que no parece lo más prudente. Trump ha abandonado las líneas maestras de la política norteamericana desde 1945 sin proponer nada a cambio. Como resultado, nunca ha sido peor ni la imagen ni la influencia norteamericanas en el mundo, y para recuperarlas, como dice con dureza Stacey Abrahams, hay que recuperar antes la democracia dentro de casa.”
Nada fácil. El ganador en Estados Unidos la tiene difícil. No más que Maduro, pero tiene suficiente para ocuparse de lo suyo.
Y Maduro, China, Rusia y Cuba lo saben.
elidesr@gmail.com / Twitter: @ejrl